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Muere Paco Camarasa, gran divulgador de la novela negra...

  • Foto del escritor: ana claudia camacho
    ana claudia camacho
  • 2 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

Hoy el género negro y criminal llora una muerte que nadie va a investigar, una pérdida que no por previsible duele menos. El culpable está identificado: cáncer, mieloma múltiple con cadenas de lambda ligeras, un veneno destructor que circulaba por la sangre de Paco Camarasa (Valencia, 1950) desde hace meses. Camarasa fue el visionario, o el loco, que montó en 2002 junto a su inseparable Montse Clavé Negra y Criminal, una librería especializada que durante 13 años fue el faro del género policial desde el marinero barrio de la Barceloneta. Era y fue durante muchos años la única de ese tipo en España. Camarasa fue el comisario de BCNegra durante 12 ediciones y solo la enfermedad le apartó de su criatura. Pero Camarasa, Paco, fue ante todo el gran divulgador de la novela negra en España.

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La conspiración tiene su origen en un homenaje a Manuel Vázquez Montalbán y cristaliza en 2005 cuando el Ayuntamiento recogió el órdago lanzado por el periodista Sergio Vila-Sanjuan, el propio Camarasa y otros pocos y creó la BCNegra en el marco del Año del Libro. Ante su insistencia para aquella idea tuviera continuidad, Camarasa fue elegido comisario. Al frente de BCNegra supo sacar partido de la simiente plantada por los pioneros de la Semana Negra de Gijón y aprovechar la fuerza de Barcelona para darle una proyección internacional. Gracias a la creación del Premio Pepe Carvalho, por el festival pasaron, entre otros, Henning Mankell y Maj Sjöwall como grandes representantes del nórdico sueco, Ian Rankin del lado del tartan noir, Andrea Camilleri, Donna Leon o Petros Márkaris, maestros del noir mediterráneo y Dennis Lehane como despedida perfecta en 2017. Con la nueva dirección de Carlos Zanón, la presencia este año de James Ellroy muestra el trabajo realizado por un hombre que cogió las riendas del show cuando era algo para "cuatro gatos" y lo dejó con más de 10.000 personas asistiendo a los actos de cada edición.  

Desde aquel modesto local de la calle de la Sal, desde aquella librería militante de la buena literatura, fue capaz de atraer a las grandes figuras internacionales del género, conspirar con las editoriales y darle presencia a un tipo de libros y a unos autores hasta entonces marginales y desprestigiados en España.

Sin la novela negra no se entiende a Paco Camarasa y viceversa. Cuando la enfermedad atacó, este lector impenitente comentaba que estaba aprovechando la diálisis para releer a McBain. Gracias a él, miles de lectores conocieron al verdadero George Simenon, se enamoraron de la dureza de Jean Claude Izzo o supieron que había mucha novela negra más allá de las pilas de libros “trepidantes” que empezaban a poblar las grandes superficies.


Sin embargo, fue precisamente el éxito del género, su presencia en las grandes superficies y en las listas de ventas y premios, lo que condenó su proyecto. El cierre de la librería fue un trago amargo. “Infidelidad no”, comentaba a este diario, “el problema es la falta de lealtad, que es otra cosa. La infidelidad puede ser pasajera. No nos han puesto los cuernos, simplemente los ciudadanos han pasado a ser consumidores y la ciudad ha dejado de serlo para pasar a ser centro comercial. Y nosotros como centro comercial no tenemos nada que hacer”.

 
 
 

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